Los llamados Eurobonos, no son otra cosa que la materialización de los Estados Unidos de Europa

Nadie se rasgaba las vestiduras en Alemania, en tiempos de bonanza, salvo esporádicos reportajes en prensa, en los que se ponía el foco sobre las vergonzosas y sospechosas inversiones a las que se destinaba el dinero de los alemanes en la europa subsidiada.

Como el dinero que llegaba, que se destinaba a las más alucinógenas estupideces, terminaba por caer en manos de contribuyentes enloquecidos que se gastaban lo que ingresaban en comprar coches alemanes, todos estaban contentos.

Especialmente los ciudadanos españoles, a los que nada importaba que el país se desindustrializase, porque los alemanes estaban encantados de corrompernos para que nos gastásemos la pasta en audis.

Ahora George Soros pone a los dirigentes alemanes de los nervios, cuando les recuerda que el euro, extraño invento cuyo colapso dejaría Alemania sumida en el caos, sólo puede sobrevivir si Europa se convierte realmente en un estado, los Estados Unidos de Europa, cosa inevitable entre países que disponen de una moneda única.

Eso, y no otra cosa, son los llamados Eurobonos. Sólo un estado único puede emitir una deuda única: la deuda pública de los Estados Unidos de Europa.

Europa dejaría de ser lo que es, un engendro monetario, para convertirse en un estado, si se impone la disciplina fiscal y presupuestaria, que no son otra cosa que los instrumentos de una real unión política. No puede emitirse una deuda única, si no se recauda y se gasta de manera coordinada.

La enfermedad de la deuda pública que ya está aporreando las puertas de París, no es otra cosa que la manifestación evidente de la imposible supervivencia de Europa sin una disciplina presupuestaria común.

El problema, el pequeño problema, es que ya estamos en pleno debate sobre la pérdida de soberanía, no de España, Italia, Grecia, Portugal e Irlanda, y a la postre Francia, si pierde su AAA, sino que se trata de un debate que afecta a todos los viejos estados nación europeos.

En ese inevitable escenario, Europa entera perdería la soberanía de sus estados nación, para dar paso a un régimen continental que inevitablemente estaría liderado por Alemania.

Alemania no tiene otro remedio que convencer a los alemanes para que acepten la revolución política de esta extraña Europa que puso el carro monetario antes de los bueyes presupuestarios, pero para convencer a los alemanes tiene que ofrecerles primero la renuncia del resto de los países a su propia soberanía.

Quienes hablan en España de la devolución al Estado de la soberanía delegada a las comunidades autónomas, no son conscientes de que en realidad se trata de una administración provincial, que preludia el final del estado nación español, disuelto dentro de ese gran artefacto europeo, los EEUUE.

Así pues, cuando se habla de Eurobonos, no se habla de otra cosa que del nuevo gran Estado europeo. El pequeño problema estriba en la opinión pública, no ya de Alemania, sino de todos los países, pues para culminar la creación de ese gran Estado, va a ser muy difícil sostener la ficción democrática con la que actualmente nos empeñamos en revestir la naturaleza de las decisiones políticas que afectan al gobierno común de todo el continente.


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