El fiscal pide cárcel para un imán que acosó a una mujer por no llevar velo
Tiembla y se aferra al brazo de uno de sus hijos al cruzarse con algún compatriota en Cunit (Baix Penedès). Fátima Ghailan, musulmana de 31 años nacida en Marruecos, habla un catalán impecable, pero no quiere explicar qué la inquieta. "Mi posición es difícil, no tengo ni protección policial", se excusa. Profesa el islam a la vez que trabaja, conduce con asiduidad y no lleva velo. El imán de la localidad, Mohamed Benbrahim, parece estar de acuerdo sólo con lo primero y le recrimina que tenga empleo y sea ella, y no su marido, la que lleve el volante.
El acoso del imán hacia la mujer ha llegado a tal punto que el Juzgado de Instrucción número 1 de El Vendrell le ha imputado por los delitos de amenazas, coacciones y calumnias. La fiscalía ha solicitado para Benbrahim cinco años de cárcel; cuatro para su mano derecha, el presidente de la Asociación Islámica de Cunit, Abderramán el Osri, acusado de coacciones y calumnias, y dos para la esposa y la hija del imán, Zohra Ahmaddach y Haffsa ben Brahim, acusadas de coacciones.
El presunto acoso a Ghailan, hija de un imán moderado de Larache, ciudad al noroeste de Marruecos de la que emigró hace 19 años, pone de manifiesto la existencia de tensiones entre musulmanes por imponer una visión extremista del islam. Las autoridades consideran Tarragona el principal vivero en España del salafismo, la corriente extremista que profesa Benbrahim. Este movimiento controla más de 40 oratorios en la zona y su área de influencia se extiende hasta el área metropolitana de Barcelona. La Generalitat y los Mossos d'Esquadra se han interesado por el caso de Ghailan, a la que han comunicado su apoyo. "Es un asunto que nos preocupa", dice el delegado del Gobierno catalán en Tarragona, Xavier Sabaté.
La presunta víctima y el imán se conocen desde hace años -incluso tienen parientes lejanos comunes-, pero Ghailan fue distanciándose de la comunidad que éste lidera hasta que en 2007 logró la plaza de mediadora cultural en el Ayuntamiento de Cunit. "Entonces empezaron los problemas", dijo la mujer al juez en la denuncia inicial, de diciembre de 2008. La presunta intención del imán es que Ghailan deje su puesto de trabajo y el pueblo por su forma de vida occidental. "Considera que el hecho de vestir sin el velo islámico, que se relacione con españoles no musulmanes, que sus hijos se relacionen con otros niños españoles y que esté al margen de la comunidad islámica la hace merecedora del reproche de la comunidad islámica en Cunit", se expone en la instrucción redactada el pasado mayo, tras seis meses de pesquisas.Ghailan ha sufrido dos bajas laborales por depresión y ha vivido con protección policial, que ya se le ha retirado. Ahora evita andar sola por el pueblo, a la espera del juicio.
El auto al que ha tenido acceso este diario describe las presiones que Ghailan se calla: "Un entramado de acciones con la finalidad de aislarla a ella y a su familia", resume el juez. Las coacciones se extienden hasta el colegio, donde los padres musulmanes indican a sus hijos que no hablen con los de Ghailan, señala el juez. También derivaron en un enfrentamiento del imán y su hija con Ghailan, lo que la impulsó a denunciar el acoso. Ambos trataron de agredirla cuando paseaba con su marido y la víctima tuvo que refugiarse en un bar. "No durarás en Cunit ni un día más, voy a acabar con vosotros y vuestros hijos", profirió Benbrahim entre otros insultos. El acusado lo niega, pero Ghailan se topó con el juez de paz local en el establecimiento que le sirvió de refugio. Su declaración corrobora el relato de Fátima.
Las presiones de la comunidad islámica abrieron tres frentes. Intentaron convencer al marido de la denunciante de que debía abandonarla. El Osri le comentó que su esposa no debería haberse sacado el carnet de conducir y que tampoco le gustaba que trabajara: el cometido de Ghailan era "quedarse en casa", recoge la instrucción. El Osri le recomendó que la dejara para volver a casarse. Luego la hija del imán, Haffsa ben Brahim, promovió una recogida de firmas -sumó unas 90- que entregó a la alcaldesa de Cunit. En ella pedía el despido de Fátima por "tratar mal a los necesitados" y "no tener derecho" a ocupar la plaza de trabajo, entre otras cosas que el juez cree falsas.
Finalmente, El Osri contactó con el consejo comarcal y pidió que Fátima fuera despedida por haber insultado al imán, lo que resultó ser falso, según el juez. También habló con la Oficina de Asuntos Religiosos de la Generalitat para desacreditarla. Dijo que Ghailan era "un topo" en el Ayuntamiento y que les pasaba información. Incluso recurrió al imán de Mataró para que mediara para que a Ghailan la echaran del trabajo. "Oí que Fátima trataba mal a la gente", se justificó El Osri ante el juez.
Todavía vestido con la chilaba que ha empleado en la oración de la tarde, El Osri, de 53 años, de los que lleva 29 residiendo en Cunit, asegura a este diario que las acusaciones son inventadas. "Nos quejamos de esta mujer por tratar mal a la gente. Estamos en un país democrático, sólo expresé mi opinión. Todo es falso", sostiene. "El relato de la denunciante merece toda la credibilidad", zanja el auto judicial.
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